Las Dietas Vegetarianas, ¿Son Recomendables?
Voy a empezar describiendo qué es una
dieta vegetariana y qué variantes hay, ya que existe un poco de
confusión al respecto. Una dieta vegetariana en términos generales
es aquella en la que la ingesta alimentaria procede de alimentos
vegetales y se excluyen los de origen animal. Este tipo de dieta
tiene su origen principalmente por motivos religiosos (budismo o
hinduísmo, por ejemplo) pero existen muchas otras razones por las
que está ganando adeptos de forma exponencial durante los últimos
años: motivos de salud, de sostenibilidad del medio ambiente, evitar
el sufrimiento animal, etc.
Como ya he adelantado, existen varios
tipos principales o variantes de la dieta vegetariana:
- Dieta vegetariana estricta: no incluye ningún alimento de origen animal (carne, pescado, huevos, lácteos). Popularmente se la conoce como dieta vegana, aunque esto no es estrictamente correcto. El veganismo es una filosofía, un modo de vida más que una dieta. Cierto es que siguen una dieta vegetariana estricta como modo de alimentación. Pero en su afán de evitar cualquier tipo de explotación animal tampoco consumen miel, no se visten con pieles o lana, no utilizan cosméticos que testen en animales o que incluyan cualquier tipo de ingrediente de origen animal (como puede ser el caso de las cochinillas de los labiales rojos), no acuden a zoológicos, etc. Es decir, un vegetariano estricto puede serlo por motivos de salud, o religiosos o de conciencia ecológica. Para un vegano su motivación principal será siempre evitar el sufrimiento animal.
- Ovovegetariana: dieta vegetariana que incluye el consumo de huevos.
- Lactovegetariana: dieta vegetariana que incluye el consumo de leche y derivados lácteos.
- Ovolactovegetariana: esta dieta excluye carne y pescado pero sí incluye derivados animales como los lácteos y los huevos.
- Flexitariana o semivegetariana: la siguen las personas cuya dieta es principalmente vegetariana pero con un consumo ocasional de alimentos de origen animal por diversos motivos (razones médicas, vida social, etc).
Desde el punto de vista nutricional hay
algo en común en todas estas dietas y es la necesidad de
suplementación de vitamina B12. Este nutriente es el único que no
se encuentra en el reino vegetal ya que lo sintetizan unas bacterias
que se encuentran en el agua, la tierra y las plantas, que son
ingeridas por los animales (peces, mamíferos y aves) produciendo B12
que se acumula en su organismo. Los humanos ingieren la vitamina a
través del consumo de estos animales. Si eliminas los alimentos de
origen animal de tu dieta (o los limitas mucho) debes suplementarte
necesariamente, ya que su déficit a largo plazo ocasiona daños
irreversibles a nivel neuronal (entre otros).
Pero si tú eres uno de esos “cuñados”
que está frotándose las manos porque acaba de encontrar algo
potente que echar en cara a las personas que han decidido seguir una
dieta vegetariana para poder tumbársela (inexplicablemente hay
muchas personas deseando hacerlo), te diré que no te va a durar
mucho la alegría. Y es que tú, querido amigo, también estás
ingiriendo la B12 como suplemento (a menos que el 100% de los
animales que consumas sean de pasto o salvaje, cosa harto
improbable). Y es que los piensos con los que alimentan a los
animales también están suplementados con B12 ya que no tienen
acceso a pastos, como ocurre también con los peces de piscifactoría.
Así que, en resumen, los vegetarianos se suplementan la B12
directamente, pero tú, y la mayoría de la gente, lo haces
indirectamente. Se te acaban los argumentos 😉.
Hay un sinfín de organizaciones que
avalan la dieta vegetariana como apta en cualquier etapa de la
vida (sí, sí, has leído bien, en cualquier etapa; también en la
infancia, el embarazo, para el deportista de élite, etc.) Algunas de
ellas son la Asociación Americana de Dietética, The Canadian
Dietetic Association, El British Medical Association (BMA), la
Academia Americana de Pediatría, La Asociación Dietética de Nueva
Zelanda, La Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas (AEDN),
etc. La mayoría hacen el apunte de la necesaria suplementación de
B12 y añaden la coletilla de que la dieta debe ser “bien
planificada”. En mi opinión esto es una obviedad. Todas las
dietas, del tipo que sean, deben ser bien planificadas. A ver si
ahora resulta que la dieta hiperproteica y cargada de azúcar y sal
que consume una gran parte de los niños españoles (y no tan niños)
es una dieta bien planificada, ¿no?. Lo que ocurre es que es cierto
que el conocimiento nutricional medio de la población es escaso y
por lo tanto es altamente recomendable que, si quieres seguir una
dieta vegetariana, acudas a un profesional de la nutrición (no a tu
médico, por favor, a menos que se haya formado específicamente en
nutrición) para que te dé las pautas necesarias para diseñar menús
completos y equilibrados. Y si tú o tus hijos siguen una dieta
hiperproteica y cargada de azúcar y sal, ve tú también ya de paso.
Ya hemos cubierto la parte nutricional
pero no puedo dejar escapar esta oportunidad para hacer hincapié en
otros aspectos de estas dietas, como son la salud, el medio ambiente
y el bienestar animal.
Por ejemplo, la
Academia de Nutrición y Dietética de Estados Unidos y la
Asociación de Dietistas de Canadá, sostienen que las dietas
vegetarianas se asocian con tasas más bajas de diabetes tipo 2 y
ayudan a disminuir los niveles de colesterol y la presión sanguínea.
Por otro lado, la FAO (Organización
de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura)
publicó en 2006 un informe demoledor sobre las repercusiones del
ganado en el medio ambiente llamado Livestock's long shadow
(está disponible a golpe de click, por
si quieres consultarlo). El informe estima que “el ganado es
responsable del 18% de las emisiones de gases que producen el efecto
invernadero, un porcentaje mayor que el del transporte”. Tan solo
reducir (que no eliminar) el consumo de carne tiene ya un impacto
inmediato en la emisión de gases. La revista Public Health Nutrition
publicó un informe en 2014 que indicaba que “para obtener un kilo
de proteínas procedentes de alubias se necesita la decimoctava parte
de tierra, diez veces menos de agua, nueve veces menos de
combustible, doce veces menos de fertilizante y diez veces menos de
pesticidas que para producir un kilo de proteínas procedentes de
carne de ternera”.
Finalmente, y no por ello menos
importante, según el ministerio de Agricultura, Pesca y
Alimentación, en 2018 se sacrificaron en España más de 900
millones de animales. Quizás el problema más importante no sea ese
gigantesco número sino las condiciones de vida (o de no vida, diría
yo 😥) que padecen la inmensa mayoría de esos animales. Y es que
la industria alimentaria, como cualquier otra industria capitalista,
busca maximizar sus beneficios en el menor tiempo posible. No me voy
a extender aquí en los métodos que usan para tal fin ya que son
ampliamente conocidos y a mí personalmente me revuelven un poco las
tripas. Pero incluso aunque carezcas de empatía y te dé igual el
estado de esos animales, piensa que esos mismos cerdos (póngase aquí
pollos, patos, vacas, gallinas, etc) que están enfermos, hacinados,
sin higiene adecuada, sin ver la luz del sol, sin poder moverse y
sufriendo toda su corta vida son los que luego te llevas a la boca y
nutren tu organismo. Me tengo por una persona racional, pero dudo
mucho que ese sufrimiento no tenga ningún impacto no sólo
físico sino de tipo emocional, energético, o como quieras llamarlo,
en nuestros cuerpos.
En resumen, no te obligues a volverte
vegetariano de la noche al día (que ojo, está bien si así lo
quieres realmente), pero intenta al menos reducir el consumo de
alimentos procedentes de animales, por tu propio bien y el del
planeta. Y en la medida en que te sea posible, da prioridad a granjas
ecológicas o productores locales que sepas que tratan adecuadamente
a los animales.
Si quieres profundizar un poco más te
recomiendo los libros “Vegetarianos Con Ciencia”, de Lucía
Martínez o “Más Vegetales, Menos Animales” de Julio Basulto y
Juanjo Cáceres.
Gracias por llegar hasta
aquí. Un abrazo.
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